Lejos de las cenizas, los ríos y lagos del Parque Nacional Los Alerces invitan a disfrutar de un entorno perfecto para ir en busca de las mejores truchas de la región.

Grandes lagos en los que hay que navegar hasta encontrar el pesquero ideal, ríos breves que se recorren a pie por sus orillas, pequeños espejos de agua para explorar con belly boats, rincones solo para conocedores y spring creeks de fama mundial. La variedad de ambientes no solo aptos, sino especiales para la pesca deportiva es amplia en la Patagonia, pero mucho más en la cuenca ubicada dentro y en los alrededores del Parque Nacional Los Alerces.
Recostado en el Oeste de la provincia de Chubut, a sólo 50 kilómetros del Aeropuerto de Esquel, que actualmente recibe los vuelos que no llegan a Bariloche, el parque es un destino ideal para pescadores. Es verdad que en el mes de enero la cantidad de visitantes aumenta en forma inversamente proporcional a la tranquilidad para los pescadores. Pero antes y después es posible disfrutar de ambientes increíbles, en ocasiones, casi en soledad.
Todo para pescar
En el Norte del área protegida, el Río Rivadavia y especialmente el spring creek El Canal ofrece un área con truchas arco iris de gran tamaño, además de marrones, salmones encerrados y fotinalis. Como su acceso es dificultoso para quien no se desplaza en balsa, la pesca es buena durante toda la temporada. Muy cerca, el Carrileufú es un curso de aguas claras, flanqueado de lengas y ñires, profuso en recovecos donde encontrar salmones y truchas varias entre 30 y 60 centímetros de largo.
Más al Sur, el Futalaufquen es el principal espejo de agua del parque nacional. En sus alrededores hay sitios como el estrecho de los Monstruos, el lago Krugger y el Río Frey; el verde río Arrayanes; la cercana laguna Larga, famosa por el tamaño de sus piezas, pero también por lo difícil del pique. Es, además, el sitio para encontrar buenos alojamientos que sirvan como base para el pescador. Hosterías tradicionales como Cume Hue, Tejas Negras o Quimé Quipán comparten la margen Este del espejo de agua, la historia y un nivel medio, en el que la calidez de la atención y la belleza del entorno superan al nivel de los servicios.

Para quienes van en busca de propuestas de mayor nivel, la referencia ineludible es la Hostería Futalaufquen. A cinco kilómetros de la intendencia del parque, al final de un bellísimo camino que serpentea entre los árboles, la arquitectura inconfundible de Alejandro Bustillo se eleva en medio de un sugestivo espacio verde. Sus 80 años de historia se notan en los muros de piedra, en las tejuelas de alerce y en sus amplios salones, hechos con una dedicación que ya no existe. La hostería cuenta con sólo 13 habitaciones. El restaurante, con un cálido hogar a leña y ventanales enormes, es un espacio acogedor, ideal para compartir noches de cuentos tras los días de pesca. La carta de vinos, poblada de pequeñas joyas, es una invitación a extender las sobremesas siempre un poco más.
Continuando el derrotero al Suroeste, con el mismo sentido en el que corren las aguas de esta cuenca, otro lugar privilegiado para la pesca es el Río Grande o Futaleufú, en cuyas orillas se levantan lodges como Challhuaquen, Andyna o Estancia La Paz. Justamente, esto último es lo que se puede conseguir en cualquiera de estos pesqueros, además de batallas con grandes ejemplares de salmónidos que se volverán aún más memorables cuando se conviertan en relatos para los amigos.