Salidas de Pesca: Pejerreyes en Berisso, que nunca defrauda. Piques, corridas y matungos
Posted by: DataPescaon 2024/9/17 16:23:36 1558 readsEra un hermoso sábado. El sol brillaba con esa calidez que invita a salir al aire libre, y yo me sentía emocionado por la jornada de pesca que nos esperaba. Había planeado esta salida con mis amigos Alberto, Dany, Adolfo y Omi, y no podía esperar más. Nos dirigimos al Río de la Plata, cerca del famoso canal Mitre, un lugar que prometía ser un verdadero paraíso para los amantes de la pesca.
Cuando llegamos, Joaquín ya estaba allí, esperándonos con su característico entusiasmo. Buscalo en instagram como @hasainjoaquin, Joaquín es un apasionado de la pesca y un guía excepcional. Desde el primer momento, nos hizo sentir como en casa. Su risa contagiosa y su energía positiva nos envolvieron, y rápidamente todos nos pusimos a charlar y a prepararnos para la aventura.
Mientras organizábamos el equipo, yo no podía evitar sentirme entusiasmado. La boya bigotera que íba a utilizar había demostrado ser muy efectiva en el pasado, y Joaquín nos aseguró que, tendríamos una buena oportunidad de pescar pejerreyes.
Una vez en el bote, la emoción era palpable. El agua brillaba bajo el sol, y todo parecía perfecto. Hicimos los primeros lanzamientos, y mientras esperaba que la boya se moviera, no podía evitar mirar a mi alrededor. El sonido del agua, el canto de los pájaros y la compañía de mis amigos creaban una atmósfera mágica. Después de unos minutos, Dany, que estaba justo a mi lado, gritó: "¡Tengo uno!". Todos nos giramos hacia él, y, efectivamente, su boya estaba completamente sumergida.
Dany luchó con el pez, y al final, logró sacar un pejerrey de aproximadamente 1 kilo. La alegría en su rostro era contagiosa. "¡Miren este matungo!" exclamó, y todos comenzamos a aplaudir. La emoción de ver el primer pez del día nos llenó de energía. La pesca estaba empezando bien.
Luego fue el turno de Alberto, quien rápidamente siguió el ejemplo de Dany. Su boya también se movía, y con un poco de esfuerzo, logró sacar otro pejerrey que, si bien no era tan grande como el de Dany, seguía siendo un buen pez.
La mañana continuó así, entre risas y anécdotas. La boya bigotera seguía demostrando su eficacia, y cada vez que la lanzábamos, había una buena posibilidad de que algo picara.
Con el paso de las horas, la cantidad de pejerreyes en nuestra hielera iba en aumento. Adolfo, siempre el bromista del grupo, comenzó a contar historias exageradas sobre los pejerreyes que había atrapado en el pasado. "¡El último pesqué uno que pesaba dos kilos!", decía con una sonrisa pícara, mientras todos reíamos de sus relatos.
En ese momento, Joaquín nos sugirió que intentáramos un nuevo lugar, así que nos movimos un poco más cerca del canal Mitre. Mientras navegábamos, el sol seguía brillando, y la temperatura era ideal. Iba sintiendo que la tarde prometía más sorpresas. Una vez que llegamos a nuestro nuevo destino, lanzamos nuestras líneas una vez más, y la espera comenzó de nuevo.
De repente, mi boya comenzó a moverse con fuerza. "¡Es un matungo!", grite emocionado. La tensión era palpable mientras luchaba por sacar el pez del agua. Finalmente, después de unos minutos de intensa batalla, logre traer a bordo un hermoso pejerrey que superaba el kilo. La alegría fue desbordante. Todos celebramos la captura como si hubiera sido un récord mundial.
Con el sol comenzando a descender y el cielo pintándose de tonos anaranjados, decidimos que era hora de hacer un último esfuerzo. Joaquín, siempre optimista, nos dijo: "Este es el momento perfecto para los matungos". Lanzamos nuestras líneas una vez más, y mientras la tarde se desvanecía, las boyas flotaban tranquilamente.
No pasó mucho tiempo antes de que mi boya comenzara a moverse otra vez. Al principio, pensé que era solo la corriente, pero luego sentí un fuerte tirón. "¡Tengo uno!", grité, sintiendo la adrenalina correr por mis venas. La pelea fue intensa, pero finalmente logré sacar a un pejerrey que, aunque no era el más grande, era sin duda el resultado de un dia fantástico.
Al regresar a la costa, el grupo estaba exhausto pero satisfecho. Habíamos tenido un día increíble en el Río de la Plata, lleno de risas, buenos momentos y una buena cantidad de pejerreyes. Mientras nos despedíamos, ya comenzamos a planear nuestra próxima aventura, sabiendo que días como este son los que realmente importan. La pesca no solo se trata de atrapar peces, sino de crear recuerdos y disfrutar de la compañía de buenos amigos. Sin duda, este día quedará grabado en mi memoria por mucho tiempo.
Quienes participamos de la salida fuimos Alberto, Dany, Adolfo, Omi y yo edgard
Para seguir las aventuras de Joaquín, pueden encontrarlo en Instagram: @hasainjoaquin.