Salidas de Pesca: Enormes Truchas en el Rio Limay Valle Encantado

Posted by: DataPescaon 2024/11/13 14:10:00 500 reads

¡Ah, las maravillas de la pesca en el Río Limay! La aventura comenzó temprano en la mañana con Marcelo y La Gringa, dos amantes de la pesca. Partimos rumbo a Valle Encantado, y el sol ya empezaba a calentar el cielo despejado, augurando dos días perfectos.

El río Limay, estaba desbordado. El agua rugía con fuerza, pero eso solo añadía emoción a nuestra jornada. La Gringa, siempre optimista, decía que eso era señal de buena pesca. Y así fue.

El primer día, nos instalamos en la costa y preparamos nuestras cucharas ondulantes, esos engaños que parecen hipnotizar a las truchas. Las lanzamos al río, dejando que las corrientes las llevaran, mientras esperábamos con ansias el primer mordisco. El clima era agradable, con una brisa suave que nos acariciaba el rostro y el sol brillando con intensidad, haciendo que todo resplandeciera.

¡Y vaya si tuvimos suerte! En cuestión de horas, Marcelo sintió el tirón. La caña se dobló y comenzó la batalla. Entre risas y gritos de emoción, sacó una trucha gigante que debía pesar al menos 3 kilos. La Gringa no se quedó atrás y, con su característico entusiasmo, también logró atrapar una trucha de casi 5 kilos. Fue una jornada de pesca memorable, con truchas que oscilaban entre 2 y 5 kilos, cada una más impresionante que la anterior.

La noche cayó y compartimos historias y anécdotas mientras disfrutábamos de la comida y planificábamos el día siguiente. Nos dormimos bajo un cielo estrellado, soñando con nuevas capturas.

El segundo día fue igual de mágico. El sol volvió a acompañarnos y las truchas parecían estar de buen humor. Las cucharas ondulantes seguían haciendo su trabajo, y cada captura era una celebración. El río desbordado, lejos de ser un obstáculo, se convirtió en nuestro aliado, ofreciéndonos una experiencia de pesca inolvidable.

Al final de nuestra aventura, nos quedamos mirando el río, agradecidos por los momentos vividos y las increíbles truchas que habíamos atrapado. Marcelo y La Gringa, con sus sonrisas radiantes, sabían que esos días en el Limay serían recordados por siempre. Y así, con el corazón lleno de alegría, emprendimos el regreso a casa, ya soñando con la próxima salida de pesca.